Itxu Díaz: «Recordaremos 2019 como el año del pop español»
- Juan Herrero
- On 11 febrero, 2019
Lo primero, antes de nada, quiero dejar claro ¿qué pregunta no quieres que te haga en esta entrevista y cuál te gustaría que te hiciese?
Hace tanto que no tengo el privilegio de charlar contigo que puedo pasar por alto los vetos. Quizá me gustaría que me preguntaras qué canción define mejor el espíritu y la letra de Nos vimos en los bares, y es una pregunta difícil. Y no sé, no me agradaría que me preguntaras por cosas que ajenas al libro, no sé, por el panorama futbolístico o algo así.
Segunda pregunta: ¿Cómo
ves el panorama futbolístico?
¡Qué amable! No acabo de vibrar con el Madrid de Solari. A cambio, el Depor
está haciendo una gran temporada y creo que volveremos a Primera. Y sí, creo
que Mourinho debería volver al Madrid, ya que insistes. Prefiero la emoción al
tedio.
Iremos al libro… «Nos
vimos en los bares» ¿quieres sugerirnos que ya no te veremos más en ellos?
Lo digo por tranquilizar, o no, a todo ese gremio hostelero al que has ido
pagando sus facturas…
El título es un guiño a mis queridos Celtas Cortos y a su directo Nos vemos en los bares, que tanto nos
marcó a ti y a mí, y a nuestra generación. El álbum contenía todos los sentimientos
que puede experimentar un alma adolescente. Y el título del libro es también,
por supuesto, un homenaje a los bares, testigos de casi todo lo que acontece
culturalmente a España. Personalmente, mientras tenga que escribir, seguiré
encontrando la inspiración entre las paredes de algún bar: allí puedes ver el
mundo pasar, con todas sus gentes y sus diminutas historias, sus dramas y
alegrías, y certificarlo en tu folio como observador ajeno e invisible. Gran
parte de Nos vimos en los bares está
escrito en el campo, en las montañas de Guitiriz o junto al mar coruñés, pero
la otra gran parte está escrita en los viejos bares literarios de Madrid y en
mis rincones literarios…
Este libro ¿es un autohomenaje nostálgico a los días que fueron y no volverán?
En efecto, los días no volverán pero las canciones sí. Y ahí está la paradoja de este libro. La nostalgia me parece densa y cansina. La nostalgia es mirar atrás. Soy más amigo de la melancolía, que es mirar al frente, otear el horizonte, pero con el sentimiento débilmente traspasado de recuerdos de ayer.
¿No es aconsejable evitar
cualquier cosa que cause melancolía?
No. Ya sé que hoy hay una tribu de psicópatas de la felicidad que invaden
las redes gritando que hay que darle la espalda al sufrimiento, y supongo que
la melancolía tiene algo también doloroso. Pero la melancolía es la vida, a
ratos. Negarlo por obligarse a ser feliz es un ejercicio de cinismo que la
propia vida, que no se anda con coñas, termina echando por tierra. Tal vez la
melancolía es solamente la consciencia de que, tarde o temprano, las flores se
marchitarán.
«Nos vimos en los bares» tiene mucho de memoria personal. ¿Podría considerarse un diario acompañado de canciones?
No, no. No he querido hacer un libro académico de pop. Hay muchos autores mejor dispuestos que yo para algo así. Yo quería sacar a pasear el alma de las canciones, las emociones de los artistas, las vibraciones de los fans al escuchar una canción. De modo que solo podría contarlo en primera persona pero, si he de ser sincero, creo que soy lo de menos en este libro. Cualquier lector podrá identificarse en estas páginas y en sus canciones.
El matrimonio entre los bares y la música
Dice Loquillo de Itxu
Díaz en la contra de Nos vimos en los bares:
«tiene la virtud de ser erudito en el tema y a la vez no perder la
inocencia del fan». Creo que también es una buena definición para este
libro.
Yo nunca le llevo la contraria a Loquillo.
¿A qué bares
recomendaría ir en peregrinación a todo amante de la música?
La elección del lugar donde uno alza su caña o remueve su café es muy
personal. Cuando unos cuantos amigos y yo canalizamos nuestra inquietud
cultural en un bar coruñés, el añorado Ópera Prima –que pronto celebrará su XX
aniversario reuniendo a toda esa parroquia que se dispersó tras su cierre-, no
teníamos previsto que aquello fuera un santuario artístico o un lugar con
solera. Todo surgió como por arte de magia. El grupo de amigos, el pop español
como vínculo, la fundación de Los Elegidos y más tarde el embrión de lo que sería
Popes80. Todo surgió de aquellas paredes. Así que la magia puede estar en cualquier
bar. Cada uno tiene el suyo. No obstante, en Nos vimos en los bares figuran una buena colección de locales del
Madrid popero que merece la pena visitar.
En el libro, Enrique
Urquijo hace de nexo y unión con muchos de sus artistas favoritos. Su muerte
supuso un antes y un después ¿Crees que cómo a tantos otros su muerte produjo
ese gran reconocimiento que no tuvo en vida?
Enrique tuvo buen reconocimiento en vida. Si quieres, si no por las cifras,
sí por la intensidad: quienes conocieron sus canciones no podría explicar
fácilmente su vida sin ellas. Inevitablemente, la muerte de un artista siempre
dispara el interés por su obra. Es el viejo epitafio que aún puede leerse en la
tumba de Jardiel Poncela: “Si buscáis los máximos elogios, moríos”. Pero la
muerte de Enrique Urquijo golpeó especialmente a toda la sociedad. Muchos
recordamos qué estábamos haciendo en el instante en que se conoció la noticia.
Eso solo ocurre con los grandes acontecimientos de la vida. Quizá porque el
momento que atravesaba Enrique -resumido en el “he muerto y he resucitado / con
mis cenizas, un árbol he plantado”- era luminoso y genial. Lo explico en el
libro: el Enrique que se nos fue era el mejor Enrique de la historia.
Quizá el gran público
sea un poco cabroncente y esté siempre deseando matar al artista para elevarlo
a los altares, queremos que vivan la vida que no nos atrevemos a vivir, pero
nos gustaría…
Hay algo de Doble fila de Quique González en ese planteamiento. Desde
luego, a veces hay que palpar el terror de la proximidad de los infiernos para
saber contarlo. Pero no es exclusividad del músico. La personalidad artística
es compleja y vulnerable. Y aunque mitificamos al autor maldito, hoy sabemos
que hay muchas formas de componer una gran canción o escribir una novela que
llegue al corazón de la gente sin morir en el intento.
A lo largo del libro
se pone en valor la carrera musical de muchos artistas que tuvieron éxito y
después cayeron en el olvido del gran público, pero que siguieron al pie del
cañón creativo, la clase media del pop español.
Estamos en deuda con ellos. Y sobre todo considero que perdernos la
evolución de un buen artista solo porque haya dejado de estar de moda es permitir
que se nos escape de las manos la belleza por un capricho. Un despilfarro.
El músico ¿empeora
siempre con los años? quiero decir, ¿siempre son mejores los primeros discos
que los grabados después de treinta años de carrera?
No. Cada músico es un mundo, una vida. Las carreras largas permiten reflejar
mejor la vida cotidiana: nosotros también tenemos temporadas en que estamos más
profundos, otras más tristes, otras aparentemente inertes y otras tocados por
el don de la inspiración y la creatividad. Nada me produce más felicidad que
ver a un artista resucitar con un
gran disco después de dos o tres álbumes más flojos.
¿Qué artista musical
ha sufrido la más sucia ingratitud de sus contemporáneos, la más inmerecida de
todas las críticas?
Creo, y lo explico en el libro, que el Manolo Tena inmediatamente anterior
a Casualidades, su último y
grandísimo álbum, fue extremadamente despreciado, olvidado y ninguneado.
Déjame que te haga la
pregunta que en su día te prestó César Pop para Iván Ferreiro (que viene
recogida en el libro): “¿Qué dura más la alegría de terminar de escribir una
canción, o la alegría de dar un buen concierto, de esos que son especialmente
emocionantes?”.
¡Es que me sé la respuesta gracias a Iván Ferreiro! De todas formas, la
alegría de después de un gran concierto es una montaña rusa, fuegos
artificiales. La alegría de concluir una buena canción es luz de vela,
creciente y larga, que serpentea en las diferentes partes del proceso posterior
a terminar de componerla y que vuelve una y mil veces a revivirse. El concierto
pasa. La canción queda.
Una canción pop
siempre se asocia al amor, o mejor dicho al desamor, ¿por qué la ausencia de la
persona amada inspira más canciones que lo que su presencia hace gozar?
No estoy de acuerdo. Hay canciones de amor muy emocionantes. Cooper, Mamá o
José Luis Perales tienen canciones de amor que pueden hacerte llorar de
alegría.
¿Puede que todo se resuma en un «cuando estoy triste, estoy sólo y escribo para olvidar, para ajustar cuentas y cuando estoy alegre, estoy acompañado y no necesito componer?
Por supuesto. Uno se abraza a la pluma o a la guitarra cuando se está cayendo al vacío. Para muchos es el único asidero. En las nubes y flotando, para escribir, hay que proponérselo.
La música española en el día de hoy
¿Cómo ves el panorama
musical español actual?
No sé si atreverme a decir mejor que nunca. Pero lo veo mejor que nunca.
¿Y entonces, aquello de “cualquier tiempo pasado fue mejor”?
Es una forma de verlo. En Popes80 no paramos de repetir el 2019 es “El Año del Pop Español”. Así lo recordaremos. Echa un vistazo a las novedades discográficas que vienen en los próximos meses y dime si no estamos en un momento sublime.
Con las nuevas
tecnologías se retoma el espíritu de principios de los 80, de grupos maqueteros,
de autoproducción de los discos ¿ves similitudes?
Tal vez hay más igualdad de oportunidades que antes. No estoy seguro de si
eso es bueno en un sector tan peculiar como el artístico pero por ahora los
consumidores nos beneficiamos. La clave está en saber separar, en manejar ciertos
criterios para elegir. En Popes80 lo intentamos a diario: que nuestros lectores
tengan una buena selección del todo, que es inabarcable e indefinido.
¿Te has echado en
brazos del trap en estos tiempos donde ondea la bandera youtuber?
Cada día soy menos entusiasta con los entusiasmos colectivos.
¿Qué prefieres
C.Tangana o Rosalía?
Malamente.
Para esta nueva ola que arriba… ¿Es el pop español machista?
No.
En primer plano con el autor
¿Qué canciones escuchas actualmente?
Como siempre, lo que escupen mis auriculares es un caos. Por obligación pero con felicidad, llevo unos cuantos meses amarrado a las más de 400 canciones que hemos recogido en esta lista de Spotify como BSO del libro y que está teniendo mucho éxito.
¿Cuáles son tus nuevos proyectos?
Escribir este libro ha sido muy costoso. Ha requerido un trabajo mucho más disciplinado de lo que estoy acostumbrado a hacer cuando escribo una obra. Rascar la cabeza, el corazón, los recuerdos, rescatar anécdotas de la memoria, documentarse, entrevistar a decenas de artistas y amigos… Agotador. Verlo en las tiendas es casi un alivio y ahora que llegan las primeras críticas y son tan enérgicas y positivas, comienzo a disfrutar del esfuerzo invertido en la causa. De modo que, aunque estoy cansado del proceso, es la primera vez que termino un libro y no pienso en dejar la pluma descansar durante unos meses. Tengo en el cajón mi novela desde hace unos meses. Es la única obra larga de ficción que he escrito, fruto de unos cuantos años de trabajo. Después de nueve libros tal vez se acerque su hora. En el mismo cajón guardo tres poemarios que muy difícilmente verán la luz. Pero están. Y estoy en conversaciones sobre otro proyecto literario muy diferente a todo lo anterior. Pero ahora mismo no veo mucho más allá de Nos vimos en los bares; con la ansiedad de explicarlo bien en los medios en las próximas semanas, presentarlo por todo lo alto muy pronto, y ávido de escuchar las impresiones de los lectores que, si se mantiene la línea de esta primera semana (Nos vimos en los bares, entre los más vendidos en su estreno en librerías), serán muchos en toda España e incluso fuera de España, y eso también es un orgullo.
Una vez terminado el
libro ¿has echado de menos no incluir alguna canción?
Desde el primer minuto. Todos los días. E historias. Y grupos. Pero, lo
explico en el relato, sabía que iba a pasar. Acepté esas reglas del juego y
estoy muy satisfecho con el resultado.
Para terminar ¿cómo era esa pregunta que te gustaría que te hiciese?
La de la canción que mejor resume el libro.
¿Y bien?
Cientos de bares, de nuestros queridos Limones. Por eso la hemos utilizado en el booktrailer del libro. Creo que cualquiera, al terminar de leer Nos vimos en los bares, se sentirá copartícipe de esta canción.