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Popes80 | 27 November, 2024

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Disturbing the neighbors

Itxu Díaz
  • On 15 March, 2019
  • http://www.itxudiaz.com

Me ha mirado raro una señora en el ascensor. Como si fuera un alborotador. Un capullo delincuente. O un Capullo Tonic, como canta Rafa Pons. Me ha mirado con esa cara que ponen los vecinos cuando has estado toda la tarde reventando los altavoces con el nuevo disco de Hombres G. Además dicen “puta madre” en la primera canción y eso roza el vandalismo. Y francamente, lo lamento, pero no todos los días se asiste a la resurrección de la banda más inmensa e internacional de la historia del pop español. La gente, por más talento que atesore, no resucita así por así todos los malditos días.

Solo sé que ahora soy distinto. Lo canta David Summers en Desde dentro del corazón, uno de los muchos momentos maravillosos que nos han regalado los Hombres G en este disco. Y lo son. Son distintos. El tiempo pasa, la vida te arrasa y te levanta. La normalidad de respirar tiene estas cosas. Pero es quizá ese reconocimiento, “sé que ahora soy distinto”, el que ha llevado al grupo a firmar uno de los mejores discos de toda su carrera.

No deja de sorprenderme que grupos con carreras tan largas, de pronto, nos arrojen al fondo del alma con un álbum así. Tan arrollador. Tan conectado a su esencia de siempre, pero tan actual, tan sincero, tan directo. Y merece punto y seguido: tan bien compuesto, tan bien escrito.

Son más chulos que nadie, como en su Con los brazos en cruz. Porque es un gesto realmente torero grabar a estas alturas un disco así, ilusionante e impactante, rejuvenecedor. Uno de esos pocos discos que desde la primera escucha sabes que te van a ayudar a vivir, que te van a hacer un poco mejor este valle de lágrimas.

No voy a repasar las bondades que he descubierto en los Hombres G a lo largo de décadas. Al fin y al cabo, todo lo que encontré en ellos lo he plasmado en mi último libro, We saw each other in the bars, donde ocupan un lugar central porque también sus canciones lo ocupan en mi vida y en la de miles de personas de varias generaciones en todo el mundo. Pero no me resisto a repetir mi fascinación por la naturalidad, por la normalidad. Cuando no tienes nada que impostar, cuando haces música como vives y vives como haces música, cuando las musas han despertado al mejor David Summers letrista, al de las grandes ocasiones, tal vez estés en condiciones de resucitar de una manera tan noble.

No por casualidad Resurección es una canción importantísima en este disco. “La noche fue larga y el día tan gris / pero sé que el sol brillará por mí”. No solo por lo que representa esta letra, sino porque musicalmente es una auténtica fiesta de ingenio, de producción cuidada, de detalles de inmenso talento. Parece querer resumir en menos de cuatro minutos todas las cosas brillantes que estos cuatro locos han logrado desempolvar e ingeniar para este disco.

Es tarea inútil destacar unas canciones sobre otras en un trabajo como Resurrección, tan redondo. Y sin embargo, me puede el dolor del corazón encogido, la emoción tan grande que me ha causado Otra vez el mar. Yo imagino que si alguien sabe componer y escribir canciones así, o las saca fuera y las rodea de un gran álbum, o le revientan en el interior como si fuera el marcapasos de Marta. Otra vez el mar es todo lo que un día nos hizo estremecer al escuchar por primera vez a David Summers cantándonos las dudas de la vida y los puñales del amor: “un poco de lluvia / vuelvo a desaparecer / no oyes mi gritos / al anochecer /no sientes mis lágrimas / porque no te puedo ver / Otra vez el mar / me quiere asustar / me aleja de ti / no sé dónde estás / Otra vez el mar / otra vez la eterna tempestad / otra vez tus ojos / otra vez el mar”.

Hoy es 15 de marzo y bien podría haber sido un día de mierda. Chocar con Resurrección y disfrutar de su efecto sanador es un lujo y un orgullo para quienes podemos presumir de ser del país de los Hombres G. Me alegro tanto por ellos, por los cuatro, por lo mucho que lo merecen, por lo buena gente que son, por la honradez con que trabajar. Me alegro tanto que solo puedo alzar la copa por esta Resurrección y brindar por todos mis vecinos, porque se van a aprender el disco antes de tres lunas. Y no debería quejarse. No todos los días un vecino te tortura los oídos con semejante colección de canciones. Jodidos y sordos pero afortunados, mis vecinos.

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