Leave our people alone
The cultural police strike again. Now against Hombres G for Suffer, you bastard. Es todo tan grotesco y risible que al principio piensas que es una broma, que se trata de alguien ironizando precisamente sobre la histeria de la cancelación. Y luego viene lo terrible: está hablando en serio. Este es el nivel. Hay un montón de tipos que sienten la necesidad de enmendar la plana al autor de unos de los hits más grandes de la historia del pop español, con sus cortísimos anteojos de observador contemporáneo de 2022. Y es todo tan absurdo que lanza el sermón crítico solo dos segundos después de haber bailado y coreado la canción delante de millones de espectadores.
Vivimos tiempos de una intensidad ideológica insoportable, incompatible con la vida artística. No puedes componer una canción, pintar un cuadro, o escribir una novela si te paras a escuchar las voces del millón de guardianes que escudriñan cada esquina de tu creación para ver si encaja con las taras ideológicas de cada uno y del momento; que esa es otra, que hoy encaje no quiere decir que, a los mismos críticos, les vaya a encajar mañana. Al caso de Hombres G me remito.
Como era previsible, a la polémica se sumó la fiesta de La mataré de Loquillo, y solo porque los vociferantes de turno ni siquiera han escuchado Nuestra vecina, sublime canción del mismo artista sobre el majestuoso poema de Luis Alberto de Cuenca, pero no quiero dar pistas al enemigo. Al rato salieron también a bailar en Twitter las letras de Siniestro Total, de Los Ronaldos, y de tantos otros, dejándolos en la asombrosa tesitura de tener que explicar una canción escrita con 18 años y una importante sucesión de resacas encima y grabada hace cuarenta años. Supongo que ninguno de ellos ha escuchado el divertidísimo primer disco en directo de Seguridad Social, cuando eran punks, o más cercano en el tiempo, el contenido de las letras basura de las canciones de reggaetón que atruenan la radio y ensucian los pubs a todas horas. Un recordatorio a políticos y militantes varios: no tenéis que opinar de todo a todas horas, hay vida más allá del argumentario oficial del partido.
En todo caso, a la mierda con todos. No. No hay nada que explicarles. No hay nada que justificar. No hay que pedir perdón a nadie que se sienta ofendido, por la sencilla razón de que no hay absolutamente nadie ofendido por esas canciones; solo son un puñado de neopuritanos que van impartiendo clases de buen progresismo a derechas e izquierdas, repartiendo carnet a artistas que no conocen de nada, y sobre todo, dando mucho el coñazo a todo el mundo. La única forma de parar esta locura es desafiarla abiertamente, como en otras ocasiones y en otras latitudes ha hecho el propio mundo de la cultura.
Tenemos grupos españoles que siguen sobre el escenario más de cuarenta años después, haciendo canciones extraordinarias, y triunfando en conciertos dentro y fuera de nuestras fronteras, cosechando éxitos y masas en el extranjero. Tenemos una increíble colección de canciones que nos han hecho disfrutar desde niños, y con las que todavía vibramos. Tenemos enormes iconos del poprock español, de ayer y de ahora, de los que cualquier otro país se sentiría orgulloso. Y aquí resulta que solo salen a la palestra para ver si conseguimos, con gran esfuerzo, ofendernos mucho por el “marica” de un temazo de éxito internacional en varias generaciones como Suffer, you bastard, que debería llenarnos a todos de orgullo y buen rollo.
Una cosa es que seamos injustos con los nuestros. A eso estamos acostumbrados. Otra muy distinta es nos estemos volviendo completamente gilipollas y nadie esté dispuesto a parar esta rueda de estupidez que solo perjudica a la libertad, a la diversión, y a la cultura española.
Dejad a los nuestros en paz.