The excuse machine
Muchas veces buscamos excusas en vez de razones. Nos acompañan los cargos y recargos de la monotonía de la vida pre-establecida. El establecimiento de los que eligen por nosotros. Ritmos, lacayos de tiente tieso y recorridos a medio hacer, a medio des-construir. Aceleramos y frenamos. Subimos y bajamos. Estamos siempre en la misma encrucijada a la vez.
Repartimos la culpa de nuestros males, buscamos culpables a nuestros errores, a nuestra propia incapacidad de hacer las cosas bien. Frases que van sonando a lo de antes. Retranca de un día a día sumergido en la más absoluta mediocridad. Puntas de lanza, cuchillas de un sueño roto a sangre fría. Peajes, aranceles, barreras, límites al libre desarrollo. Confundidos en esta marea, en esta ola que no es de mar. Doblando las campanas por una fiesta que no hay que celebrar. Luto en la mente, en lo sumergido de nuestra conciencia, relámpagos de un flash ficticio, preparado, comercial. Retrasos en el espejismo de lo honesto, de la afirmación y búsqueda de la verdad. La única. La que existe. La que no tiene más.
Paso tras paso en la mitad del camino. Cruces, guías, señales, asfalto, polvo, tierra. Pero siempre hay quien no camina para no llegar al final, al destino, al punto de llegada, a veces ni al punto de salida. Pero yo elegí seguir el camino. Los que no se mueven, los inmóviles de existencia, son productos vacíos, envases de un producto bien publicitado que abarrota los anuncios, de esas radios que suenan todas igual, suenan a la misma mercancía pero con distintas etiquetas. Distintos catálogos y la misma oferta. Todos bajo los mismos efluvios ebrios de un taladro que perfora, en zanjas, la ciudad transitada.
De todas las esperanzas, de todos los sueños e ideales, de todos los impulsos que mueven al hombre a crear arte, en ninguna obra maestra la mayor ganancia ha conseguido ser el alma de la admiración, sino la búsqueda de la belleza, alcanzar, si cabe, la perfección, algo de lo que creemos divino que vive en nosotros. La belleza y la filosofía existencial. El reflejo de lo mejor de la humanidad, o el simple entretenimiento espiritual de los hombres. El arte que simplemente crea el artista por dinero está condenado a evaporarse en la liquidez de su bolsillo.
Y de las sombras, al vacío, a la incomprensión de la humanidad hacia uno mismo. Egocentrismo. La falta de aceptación de la realidad, de nuestra baja capacidad para crear, para no ver más allá de nuestro ombligo, nos hace no comprender la falta de atención y de alabanzas que esperábamos recibir, en glorias y especias. Árboles, ramas, hojas, el tictac de un viento esparcido en la soledad del tiempo. El único sonido de un leve quejido.
Muchas veces buscamos excusas en vez de razones.