Revólver: «Me parece ridículo lo que se está comentando de Bunbury»
[Lea aquí la primera parte de la entrevista]
Hay que vivir para componer y crear música.
Y en mi caso, tengo otras prioridades, durante muchos años no las tuve. La perspectiva es importante y necesaria.
Estos días, Enrique Bunbury se ha visto envuelto en polémica porque le acusan de plagiar versos del poeta Pedro Casariego en su tema El hombre delgado que no flaqueará jamás. Él reconocer haber tomado frases suyas, como las toma de actores, películas… A veces tenéis que rendir cuenta de este tipo de referencias. ¿Hasta que punto?
Me parece ridículo lo que se está comentando de Enrique, si hay un tipo imaginativo en este país es él. Jamás me creería que Enrique sea capaz de otra cosa que no sea el de enriquecerse culturalmente en base a lo que ha leído y luego lo vuelcas. Esto es obvio, lo hacemos todos. Ningún músico en el mundo es capaz de escribir una sola coma si no ha leído cientos de libros y te pones a escribir en base a lo que tienes dentro. De la misma manera que no eres capaz de escribir una nota musical si no es en base a la cantidad de miles de discos que has escuchado en tu vida. Como lo haces tú, lo ha hecho Dylan y otros tantos. El blues no nace de la nada, viene de toda la música africana, y se lo llevan con ellos. No nacen porque sí, a un tipo no se le ocurre escribir un blues y ya ha nacido el blues. Todo tiene una transición. De otro artista me atrevería a ponerlo en duda, de Enrique no. Casi me atrevo a pensar otro tipo de cosas, no de Enrique, de la parte contraria, así que prefiero no decirlas.
Volviendo al álbum, en este disco hay muchos guiños a la soledad. ¿Es un tema que te preocupa?
No, no soy nada nostálgico, creo que nunca he pensado que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero sí soy tremendamente melancólico, la melancolía me gusta mucho, te sientes como ebrio. No estás triste, necesitas soledad para poder hacer eso, aunque tu familia esté en la parte de arriba de tu casa. Necesitas un espacio tuyo para poder hacerlo. Con la melancolía te dejas llevar por una tarde fría que llueva; puedes sentirlo en un café, en medio de la Gran Vía, o en un bosque… Es un estado que me gusta, saco muchas conclusiones en la música y para escribir.
Por cierto, en líneas generales este disco es más reflexivo. Ya no gritas tanto como en Mestizo, ahora estás más tranquilo.
Ya grité lo que tenía que gritar en Mestizo, por lo menos por ahora. No era lo que me pedía el cuerpo en este álbum. Hay muchas más guitarras en este disco que en Mestizo, pero no tienen la necesidad de distorsión que tenían antes. Y las letras tampoco tienen nada que ver. Entonces estaba furioso con el mundo porque venía de traerme a mi hija de Camerún y el gobierno de ese país me debía dos años de su vida, que no me pagaron y no me pagarán, en tiempo, me refiero.
Las verdades al final nos joden a todos, y cuando las dices muchas veces en un tono alto acabas por aburrir, y es lo que ha pasado. Hay un tema, Contratiempo, en el que hablo de esa sensación que he tenido, y casi pido disculpas.
Aunque sí que sigues hablando de cosas que pasan ahí fuera, como en los niños que aparecen en el tema El canal.
No es denuncia social, es una situación de lo más corriente, a mí me pasaba. Cuando era un crío, me quedaba con mis amigos en la calle, hasta las ocho, nueve de la noche, y había un descampado donde jugábamos al fútbol, y había una especie de canal, pequeñito, donde nos reuníamos. Allí hablábamos de qué queríamos ser de mayores. No era el mejor barrio de Alicante en aquel momento. Que los padres tuvieran discusiones a voz en cuello y que el padre, al terminar de trabajar, se fuera al bar y volviese a casa dos horas más tarde estaba aceptado socialmente, no era digno de salir en El Caso. Pero si al cabo del día se había metido un litro y medio de alcohol entre cerveza, vino y carajillos, cuando llegaban las ocho de la noche más de una voz salía danzando. Esto no es denuncia social, por desgracia es una realidad relativamente normal. Pero la canción va sobre lo que queríamos de críos. Lo que teníamos en común es que queríamos salir todos del barrio.
Tú lo conseguiste.
De todos sólo lo conseguimos dos. A los demás se los llevó por delante la poli, el psiquiátrico o el caballo.