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Popes80 | 19 abril, 2025

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Terrorismo para torpes: la policía frustra el intento de reeditar el atentado de Bataclan

Terrorismo para torpes: la policía frustra el intento de reeditar el atentado de Bataclan
Alex L. Ferrer

Ni un día sin su idiota radicalizado intentando masacrar inocentes en Europa. Por suerte, cada día son más torpes. Desde Lille y Dunkerque nos llega el nuevo trío dinámico del disparate yihadista: tres jóvenes entre los 19 y 24 años que, al parecer, decidieron que el mejor uso de su juventud no era estudiar, trabajar, pagar pensiones, o incluso hacerse tiktokers, sino emular a los cerdos kamikazes del Bataclan pero en versión Ali Express. Lo urgente es que están detenidos. Lo preocupante es que hay muchos otros capullos intentando lo mismo en Francia, Alemania, Bélgica o España y los servicios de inteligencia no siempre llegan a tiempo. Se trata de jóvenes de segunda generación de inmigrantes musulmanes, que ya nacieron en Dunquerque, una ciudad portuaria del norte de Francia.

El plan fue tan brillante como una tostadora en una bañera: fabricar un chaleco explosivo con petardos (sí, petardos), hacer pruebas con ellos, buscar en Google cómo crear TATP –esto es, peróxido de acetona, el explosivo preferido por los aspirantes a mártires pero que solo tienen acceso a la Droguería Loly– y, por supuesto, dejar una huella digital visible desde el espacio.

¿Para qué mantener perfil bajo cuando puedes proclamar en Telegram y Snapchat tu intención de “noyar dans le sang les mécréants” (es decir, «ahogar en sangre a los infieles») y rendir pleitesía al Estado Islámico con juramentos de fidelidad escritos en una carta como si fueses un becario de Al Qaeda que acaba de descubrir Word. Lo dicho: por suerte, son cada día más tontos.

Los lobos solitarios juegan a cocinitas explosivas

El cabecilla, Morad M., es un joven de 19 años que ya había amenazado a la internauta francesa Mila por sus críticas al islam, llevaba tiempo coqueteando con el extremismo. A pesar de ser conocido por los servicios de inteligencia territorial, no figuraba en el fichero de personas radicalizadas. O sea, era como ese vecino raro al que nadie conoce salvo por su discreción y silencio (solo había protagonizado un episodio de violencia menor al poco de ser alojado en el vecindario de la calle Caumartin en Dunkerque), pero tiene en su sótano una caja de productos de limpieza demasiado bien organizada. Vivía alojado por el Centre d’Hébergement et de Réinsertion Sociale (C.H.R.S.) Thérèse Caulier Soliha Flandres. Desde el pasado mes de octubre, según los investigadores, «se había dejado crecer la barba, vestía una túnica y empezó a hacer proselitismo».

Morad llegó al centro de acogida de la asociación Soliha (ofrece viviendas a personas excluidas) hace tres años, cuando tenía 16, y vivía solo en un apartamento del refugio. Los responsables de servicios sociales hablan de una larga sucesión de fracasos en los intentos de reinserción social. También se ha filtrado que es víctima de maltrato, hijo de padre ausente, y madre problemática. No hay manera de confirmar la veracidad de estas filtraciones. De todos modos, no habría sido posible evitar el ataque si no fuera porque su principal cómplice, al ver las dimensiones del atentado que Morad estaba preparando, decidió denunciarlo a la policía. Otras fuentes confirman que también la propia asociación Soliha había advertido a la policía del proceso de radicalización del joven islamista.

Apartamento de acogida en que residía Morad M. en solitario. (Fuente: Popes80)

También dio la voz de alarma el hecho de que uno de los compañeros, más entusiasta que eficiente, se encargó de proporcionarle un arma falsa para posar en las redes sociales con ella. Porque claro, ¿qué es un aspirante a terrorista sin su selfie con un arma de plástico? Lo que no era de plástico es el cinturón que encontraron en su casa, adaptado para poder adosarle explosivos.

En los registros domiciliarios, la policía encontró un chaleco lleno de petardos conectados, una lista de ingredientes para fabricar TATP y un rudimentario sistema de detonación; rudimentario, pero eficaz al fin. La policía francesa también siguió el rastro a conversaciones sobre posibles blancos: desde una discoteca a un restaurante, pasando por un centro juvenil y un lugar vinculado a la comunidad judía. La opción que más les seducía era reventar una discoteca en homenaje a los asesinos de Bataclán, a los que idolatraba en redes sociales en público.

Es el final de un proceso que responde a un patrón ya conocido: jóvenes en centros de acogida social y reinserción que entran en espiral de radicalización exprés online, identidad digital inflada, exacerbación religiosa en las formas, ropas y costumbres, y un profundo desprecio por el sentido común.

La Dirección General de Seguridad Interior (DGSI) y la Subdirección Antiterrorista (Sdat) actuaron con rapidez, desmontando el proyecto antes de que pasara de fantasía de grupo de WhatsApp a portada trágica. Dos de los arrestados están en prisión provisional, mientras que el tercero, que parece no haber hecho más que mirar desde la grada, ha sido puesto bajo control judicial acusado de no haber denunciado el plan.

Mezquita en la calle donde residía el cabecilla en Dunkerque. (Fuente: Popes80)

El manual del idiota radicalizado

Este caso se suma a otros intentos recientes igualmente desarticulados. Un adolescente en Haute-Saône detenido en marzo por querer atacar durante el Ramadán, o un argelino esquizofrénico -o eso dice la policía- que apuñaló a varios transeúntes en febrero. Todo esto, según la DGSI, impulsado por la fácil difusión de tutoriales de bricolaje explosivo que circulan alegremente por Internet como si fueran vídeos de cocina.

En la era del terrorismo low-cost, casero, y social-media-friendly, los europeos seguimos teniendo que acostumbrarnos a encontrar la muerte, más bien el martirio, en cualquier esquina, sin que a nadie de los que mandan en Bruselas le parezca suficiente el deterioro como para tomar alguna maldita medida eficaz contra el terrorismo que estamos importando.

Lo único positivo es que, mientras los terroristas cada vez son más inexpertos y jóvenes, más abusan de la búsqueda de tutoriales en YouTube y plataformas similares como lo hacen los jóvenes normales buscando trends de baile y memes, pero dejando una huella que a los servicios de inteligencia sí les interesa perseguir. Por suerte, en los últimos meses, ninguno de los que lo ha intentado en España, Alemania, Francia, Dinamarca, Suecia, Bruselas, y Bélgica, resultó ser el lápiz más afilado del estuche y fueron cazados antes de masacrar a inocentes.