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Popes80 | 24 enero, 2025

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Cómo hemos pasado de los «chubascos» de Mariano Medina al «carrusel de ciclogénesis explosivas y bombogénesis» de hoy

Cómo hemos pasado de los «chubascos» de Mariano Medina al «carrusel de ciclogénesis explosivas y bombogénesis» de hoy
Alex L. Ferrer

Se aproxima tiempo revuelto en España para los próximos días y la historia se repite. Hace unos 30 años, cuando Mariano Medina nos anunciaba que iba a haber «chubascos dispersos» o una «tormenta pasajera», era un pronóstico que a lo sumo nos obligaba a llevar un paraguas bajo el brazo, y salir a la calle añorando los días de verano. El tiempo, siempre incierto, daba lugar a conversaciones intrascendentes en el ascensor. Con el tipo de información meteorológica apocalíptica que nos ofrecen hoy, ya no sabes si comentar el tiempo con el vecino en el ascensor o darle un abrazo fuerte y despedirte de él hasta la eternidad.

La información meteorológica se ha convertido en una experiencia de thriller de terror, con palabras como ciclogénesis explosiva, río atmosférico, bombogénesis, tren de borrascas, y efecto del dragón polar que suenan más a nombres de películas de catástrofes que a predicciones sobre si va a llover. Pero, ¿realmente el tiempo se ha vuelto tan salvaje como nos cuentan?

Spoiler: no, no ha cambiado tanto. Acompañamos este reportaje con algunas capturas recientes sobre el tiempo de esta semana, marcada por la llegada de una «ciclogénesis explosiva nunca vista». Recomendamos encarecidamente a nuestros lectores que se pongan una rebequita antes de echarse a la calle.

Tecnología y sensacionalismo: una mezcla peligrosa

No podemos negar que la meteorología ha dado un salto tecnológico enorme. Antes apenas teníamos información y acertaban a veces, y ahora tenemos muchísima información y aciertan a veces. En general, las herramientas actuales, como los satélites de última generación y los modelos climáticos avanzados, han permitido a los meteorólogos detectar fenómenos atmosféricos con una precisión y previsión mucho mayor que antes, si bien, esos fenómenos son como pollos sin cabezas y a menudo, después de todo, terminan haciendo lo que les sale de los cojones. Sea como sea, esta mejora en la detección no significa que el clima de hoy sea más violento que el de hace décadas, en ocasiones simplemente significa que lo medimos mejor.

Según un informe de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), las precipitaciones en España han mostrado una tendencia estable en los últimos 30 años, con la media de lluvias sin variaciones importantes. Antes era patrimonio exclusivo de los más viejos del lugar eso de «nunca en mi vida he visto llover tanto», la novedad es que hoy ese tipo de análisis lo hacen los encargados de informar del tiempo. Y, en todo caso, por más que la ciencia meteorológica se ha enriquecido, de cara al ciudadano común, lo que antes llamábamos «tormenta local» o «chubasco» sigue siendo, básicamente, lo mismo.

¿Qué ha cambiado entonces? El modo de presentar la información. La llegada de un frente con un nombre tan temible como ciclogénesis explosiva suena mucho más dramática que cualquier predicción de «tormenta aislada», y si a eso le añadimos un titular amarillo, el éxito persuasivo está asegurado, y la audiencia, o los clics, también. El clickbait domina en esa mezcla mortal entre las novedades tecnológicas y la necesidad de generar visitas. Nadie haría clic jamás en una noticia titulada: «El tiempo: nada reseñable, el de siempre en esta época».

Si antes los meteorólogos nos advertían de la posibilidad de «algún chubasco por la tarde», ahora nos encontramos con alertas que nos dicen que «la ciclogénesis explosiva golpeará la península» en la segunda mitad del día, llevando al lector inevitablemente a un escenario de destrucción masiva a partir de la hora del té. Y aunque el fenómeno sea real (un descenso rápido de presión que genera tormentas muy intensas), la verdad es que rara vez las consecuencias justifican la borrachera de miedo del titular.

Estudios recientes demuestran que las lluvias torrenciales en España han aumentado en frecuencia, pero tampoco esto significa que antes no las hubiera. En comparación con las lluvias de hace 30 años, las precipitaciones extremas son un 12% más intensas y el doble de probables, o al menos eso dice el Ministerio para la Transición Ecológica. Pero lo cierto es que, en lo que tu puedes notar al salir a la calle, las precipitaciones actuales son solo ligeramente más intensas que las de los años 80 o 90, y, en muchos casos, el clima sigue siendo tan impredecible y, a veces, tan benigno como hace tres décadas. Ya sabes, llueve en invierno, caliente el sol en verano, y caen y hacen remolinos en los parques las hojitas de los árboles en otoño; en cuanto a la primavera, la mayoría de los españoles -incluidos los meteorológos- están demasiado ocupados echándose al solecito de las terrazas y el vermú como para estar pendientes del tiempo.

La tormenta perfecta: ¿es el clima más peligroso ahora?

Sin ánimo de polemizar con el asunto del cambio climático: ¿Es el clima realmente más peligroso que hace 30 años? En términos absolutos, no. Las ciclogénesis explosivas y los frentes intensos que conocemos hoy no son inherentemente más destructivos que los frentes fríos y las tormentas locales de hace décadas, como cualquiera puede comprobar acudiendo a la hemeroteca. Una pista: hay un salto cualitativo -y en cierto modo explosivo, terminal, y nunca visto antes- en cuanto a hipérboles en titulares a partir de la popularización de las redes sociales entre los medios de comunicación.

La meteorología moderna y la tecnología nos ofrecen imágenes, predicciones, y precisiones mucho más detalladas, y con ello, abre una puerta al espectáculo. ¿Si el lanzamiento de jabalina es un deporte olímpico espectacular, por qué no iban a ser un show los rayos, que son mucho más rápidos y ruidosos? Nombres como bombogénesis tienen un aire mucho más dramático y absorbente que la peor de las predicciones del aquel entrañable Mariano Medina, que fue el primer «hombre del tiempo» popular de la televisión española, y que daba el parte de guerra de nubes sin elevar nunca la voz; podría decirse que era, sí, José Ángel de la Casa de la previsión meteorológica. Maldonado, Montesdeoca y otros que vinieron después siguieron esa estela, pero fueron los últimos antes de la llegada del showman-hombre del tiempo, que necesita hendir los dedos en montoncito de nieve a pie de calle para contar que han caído unos copos.

En síntesis, lo que antes era simplemente «mal tiempo” ahora se vende como un fenómeno excepcional, que amenaza con arrasarlo todo, y los hombres del tiempo de nuestro días claman cada dos por tres por la urgente construcción de un nuevo Arca de Noé, mientras los medios rentabilizan correspondientemente lo que siempre les ha proporcionado más beneficios: las malas noticias.

Ante la duda, basta echar un vistazo a cualquier viejo boletín meteorológico del citado Marioano Medina:

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