La fiebre de los pinchazos amenaza los grandes festivales
La denuncia de una joven que asistía al FIB se suma a la oleada de casos registrados en las últimas semanas en otros puntos de España, como Cataluña, Navarra y País Vasco. Casi todas las denuncias están envueltas en misterio, porque no ha podido averiguarse la sustancia inyectada, y en ocasiones, como en el caso del FIB, la propia organización asegura que, hasta el momento, no tiene constancia del incidente.
La aparición de numerosos casos de pinchazos está sembrando el miedo en planes de ocio nocturno en todo el país, y ahora el foco se extiende también a los festivales, caldo de cultivo idóneo para este tipo de ataques que buscan, pese a que no ha podido probarse aún, inyectar sustancias que anulan la voluntad de la víctima para abusar sexualmente de ella.
Sin embargo, en casos como el denunciado en el FIB, pese a que la joven llegó a sentirse indispuesta y pidió a sus amigas que la vigilaran, el autor del pinchazo no apareció ni pudo ser identificado.
También se investiga un posible caso de pinchazo en el Monegros Desert Festival, y cinco jóvenes de ambos sexos tuvieron que ser atendidos el pasado domingo en la campa de La Magdalena, en el Reggaeton Beach Festival (RBF), tras denunciar haber recibido pinchazos: la Policía Nacional también está investigando estos casos aunque las pruebas de toxicología ofrecieron resultados negativos.
Desde la organización de festivales y las administraciones públicas se pide prudencia y no contribuir a la ola de histeria por esta amenaza, que saltó a los medios en primavera tras detectarse varios incidentes similares en Francia. Si bien, varios hospitales están incorporando protocolos específicos para atender a este tipo de pacientes, y la psicosis crece a medida que se van conociendo nuevos casos, lo que invita a no bajar la guardia tanto en grandes discotecas como en conciertos y festivales en recintos multitudinarios.
Festivales como el FIB recuerdan que nadie puede acudir al mismo sin ser registrado en la entrada, y otros grandes eventos están trabajando en planes de seguridad específico para frenar la oleada de intentos de sumisión química que, por el momento, permanece envuelta en misterio. Por su parte, el Festival Sonorama ya cuenta con un protocolo especial de seguridad para tratar de evitar los temidos pinchazos, por más que hasta ahora no haya habido casos en Burgos.