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Popes80 | 18 octubre, 2024

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 Los grandes (o pequeños) personajes de la música española

Pascual Roel

La música española como engendro popular y cultural ha creado desde la transición una serie de personajes de indudable impacto social, cultural y mediático. No es ninguna “boutade” el afirmar que grandes personajes como Alaska, Almodóvar, Monzón, Carbonell o Bosé, han logrado una “visibility” muy superior a lo esperado por las características de su trabajo. Esos grandes personajes se han ido uniendo a otros que ya dominaban el imaginario «cultural-musical» español, como Raphael, Ana Belén, Miguel Ríos y algún otro, teniendo como consecuencia la creación de una especie de «representación social» de la llamada música de los 80 y también de los 90. La característica que define a estos nuevos grandes personajes es su rápida acomodación al medio y su encaje perfecto entre los resortes del poder. Podemos afirmar, parafraseando a Alaska, que de alguna manera son personajes demasiado postmodernos para ser de izquierdas; demasiado transgresores para ser de derechas y demasiado heterodoxos para pertenecer al centro. Pese a esto, muchos de estos personajes se han engarzado muy bien en los círculos de poder y mediáticos en el ejercicio de su actividad. Así, podemos ver a Alaska en medios de derechas y de izquierdas y de arriba y de abajo manteniendo una independencia impecable y una actitud inteligente y siempre llena de sabiduría y saber estar. Alaska es una de las más claras representantes de la llamada postmodernidad madrileña de los años 80. Formada en una cultura absolutamente pop, transgresora y profundamente heterodoxa y «a la última», Alaska siempre da señales de inteligencia de apertura de miras y de originalidad allí donde está, ya sea comentando una revista de corazón o hablando del último grupo que le interesa. Es difícil que en la música española se dé otro personaje como ella. No es que para ella todo valga (acepción postmoderna) sino que en ella todo es susceptible de ser «hablado», «interpretado» y «estudiado», dependiendo del interés. Su función de ideóloga de la movida y de Fangoria la avalan, así como toda su obra. Ha sido tan inteligente que incluso se ha introducido en el mundo del Corazón con la habilidad de salir totalmente «impoluta» en imagen. Viene a ser una nueva forma de «folclórica» pero con cultura, sapiencia y saber estar. Otros casos, como Almodóvar, mucho más limitado intelectualmente, han sabido adaptarse perfectamente al franquismo sociológico de parte de la población española y nos ha presentado con una envoltura nueva productos, acontecimientos e historias totalmente antiguas. Los casos de Bosé, que trasciende lo musical y en el de Monzón o Carbonell son otros representantes que siempre han estado en la transversalidad, en la experimentación y en la explotación de sus grandes virtudes artísticas.

En los años 90 han seguido surgiendo grandes personajes desde la música. Unos que ya estaban presentes en el mundo del espectáculo, como el caso de Rosario Flores, y otros que se han ido fabricando con el paso del tiempo, como es el caso de Miqui Puig, el antiguo líder del grupo catalán Los Sencillos, grupo que con el tiempo ha sido un reservorio de buen gusto, de lealtad a unas ideas musicales y de trayectoria totalmente sobresaliente. Es cierto que durante los años 90 la música ha perdido parte de esa “visivility” que tenía a lo largo de los años 80, cuestión que hace que «fabricar» grandes personajes sea más difícil. Pese a eso, toda la colección de músicos de karaoke salidos de programas televisivos o músicos excepcionales con gran personalidad (como Manuel Quijano) han sabido sacar la cabeza en el mundo más allá de la música.

A qué viene todo esto? Es que queremos hacer un ejercicio de sociología del éxito? No. Simplemente situar el tablero de ajedrez con las piezas encima. Movamos alguna ficha e identifiquemos y analicemos el nuevo escenario. Desde el momento que todos estos personajes se mueven de tablero de actuación la foto es diferente. Vayamos por partes. Últimamente, hemos visto que muchos de estos personajes han intervenido en el mundo mediático «construido» y «vendido» como «realidad» a sus consumidores. A qué nos estamos refiriendo? El programa de fin de año protagonizado por Raphael, el concierto de Rosario Flores y sus amigos emitido en «prime time», las apariciones televisivas de Alaska en un programa en relación con Eurovisión o la trascendencia de Miqui Puig en un programa-concurso de televisión crea un «continum» que nos lleva a reflexionar en dos direcciones. La primera idea sería hacer una valoración de cada «gran personaje» por su cuenta, cuestión que nos llevaría a descalificativos mayores. La «reaparición» permanente de Raphael, la omnipresencia de Rosario, los encuentros con Alaska, la irreconocibilidad de Miqui Puig o la «toma constante de compromisos» de Bosé hace que podamos hablar de los artistas «cantados» y los artistas «reconstruidos» o «vistos». Son dos creaciones y dos registros diferentes que crean un desdoblamiento tanto de los personajes como de la percepción que se tiene de los mismos. Así, la idea de Alaska «cantada» o «hablada» no tiene nada que ver con la «Alaska» presentadora o jurado de un concurso, igual sucede con Puig, que es irreconocible en su versión «hablada». Siguiendo toda una serie de claves predeterminadas, Puig ofrece un personaje en apariencia transgresor, inconformista, supuestamente informado y «bien construido» para ofrecer su «cara B», absolutamente desagradable con artistas y con gente que se presenta en su programa. Por suerte, siempre queda la posibilidad de poner en plato o en CD alguno de sus discos para borrar una imagen construida con equívocos y con referentes mal digeridos. El caso de Raphael es simplemente patético, aunque ha logrado arrastrar a su partida a gente con un forro intelectual y físico bien diferente, como Bumbury. Su camaleonismo y su visibilidad ya son negativas y excesivas, como es el caso de Juan Pardo y otros cantantes de épocas anteriores. En cuanto a Rosario, es la presencia del eterno retorno de una estirpe que a veces se manifiesta en forma de Coca Cola, otras dentro del envase de la Pepsi Cola y en algunas de Dr. Peepers…

La segunda línea de reflexión nos lleva a pensar en el relato construido, es decir, en la continuación argumental que nos lleva a explorar, analizar y explicar cuáles son los personajes musicales con mayor “visibility” en la historia de la música reciente de nuestro país. Así podemos construir los personajes en acontecimientos y hablar de una serie alrededor de la cadena: Raphael-Flores-Bosé-Alaska-Puig, por escojer una serie de ellos. Lo que más llama la atención es el engarce de sensibilidades diferentes y de construcciones donde el pasado se mezcla con el presente y con el presente reciente (o el pasado último) para negar un futuro y así negar posibilidad del surgimiento de nuevos «grandes personajes» fuera del apadrinamiento y contexto de sus ámbitos de influencias. De tal forma, la convivencia de los artistas con su época es sustituida por un sustrato de pertenencia a una generación de «grandes artistas» que trascienden lo estrictamente musical y en el que se mezclan resortes del pasado profundo de la España más reaccionaria con síntomas modernos, donde lo moderno se ha vuelto antiguo puesto que niega la posibilidad de surgir novedades y la posibilidad de crítica, puesto que ese relato construido al albur de esos personajes todo sería «in», «cool», «moderno», «posmoderno», «transmoderno», «progre», «Friki», «centrado», «liberal», «conservador», «políticamente correcto», «multicultural», «respetuoso», es decir, sería el discurso del «todo» donde no cabría nada más. Constituiría la consumación de todos los discursos posibles donde una serie de egos se reencarnaría en la historia reciente, pasada, existida, vivida e inventada de un país o de una serie de países. Esto no es exclusivo de estos personajes, si vamos a las diferentes comunidades nos encontramos con grandes hombres muy en la línea, donde ejercen de «adelantados culturales» (no vamos a citar a los que todos tenemos en mente….).

Los grandes personajes, por tanto, no resultan ni elegantes ni seductores en sus versiones «construídas» para otros medios con lo que «sólo» nos quedan sus canciones, que seguiremos aprovechando pese a todo. Su visibilidad y su omnipresencia afecta a la percepción que tiene el público de nuestra música, cuestión alimentada por el estancamiento actual de la radio musical española, volcada hacia la eterna reproducción de éxitos pasados, estrangulando los nuevos (y viejos) grupos de clase media y a los verdaderos talentos emergentes de nuestra música, que mal que bien encuentran acomodo o en Internet o en la Radio pública (Radio 3). En el fondo, estos personajes fueron (o son) parte, en diferentes momentos de experimentos generacionales y quieren reivindicarse, por otro lado no me siento en la responsabilidad de criticar a nadie porque hay que comer, y si esa es la vía, a mí me parece bien. Lo bueno de todo esto es que las grandes religiones siempre crean heteredoxos y si eso es así incentivará en la red los fallos de tantos apagones intelectuales. Los gigantes se pueden convertir en enanos y los enanos en gigantes, siguiendo la tradición de Jonathan Swift de mirar el mundo tanto con perspectiva de enanos como de gigantes. No se trata de aparecer más grande sobre los hombros de los gigantes de la cultura pop, sino de analizar sus flaquezas desde su altura.