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Popes80 | 24 noviembre, 2024

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 Quique González: «Las musas no siempre son tías que te abandonan y te tratan fatal»

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Hace un par de semanas, Quique González ha publicado Avería y redención #7 en un nuevo formato: un doble vinilo. Es la última idea de un músico que se confiesa amante del Ford Capri, de las letras, el rock and roll y las montañas de Cantabria. Popes80 charló con él para seguir descubriendo el contenido de su séptimo disco, y conocer sus canciones a fondo desde la perspectiva de su autor.

Avería y Redención # 7, es el número de discos que llevas.
Y el de una canción de este trabajo, Número 7. Es mi número favorito. Dicen que da suerte, aunque yo no creo mucho en esas cosas.

Diecisiete temas. ¿Cómo ha sido la selección?
Fácil. Se han quedado 10 u 11 temas fuera. La primera idea era hacer un disco doble, completándolo con 3 temas sólo a piano y voz, pero creo que estos 17 temas, con mi nueva banda, tenían un concepto propio, y si incluía los 3 a piano, iba a descompensar los otros 17 temas, que es un concepto cerrado (o abierto). Por eso los dejé fuera. Hay tres temas que no vienen en el disco y sí en el documental.

Documental (Dónde están las gafas de Mike) y disco se complementan.
Tanto el disco como el documental tienen información que se complementa. El documental es una película de Fernando Macaya, con el que empecé a trabajar de forma casual, y del que finalmente ha salido un disco, una peli, un piano… Me he metido en un lío!

Pero no querías. Querías un descanso.
Yo quería darme un tiempo, estar un año sin grabar, sólo escribiendo las canciones. Comencé haciendo una canción suelta, Ford Capri, y de ahí empecé a escribir, y me encontré con el repertorio. Y la propia energía de la película que estábamos grabando me empujaba a hacer otras canciones.

¿Por qué en directo haces versiones tan diferentes de una misma canción?
Siempre he funcionado así. Mi forma de entender la música tiene mucho más que ver con la pasión que con el academicismo. Si llevase diez años tocando La ciudad del viento, no tendría pasión por tocarla.
Aunque hay algunas que, aun dándole muchas vueltas, sólo puedes hacerlas de una manera. Pero yo creo que las canciones tienen su vida propia, y en la medida en que las tocas en directo, van encontrando su sitio.

En tus canciones sigue habiendo personajes de todo tipo: camareras, chicas de la lavandería…
No sé si me doy cuenta, pero me gusta verlo. Es una forma de enlazar canciones y de que ciertas historias sigan teniendo su camino. A lo mejor es una cosa infantil, me gustaría pensar que dentro de cinco años voy a escribir una canción y que me encontrase a Betty, o al Kid. Molaría hacer un disco temático dedicado al Ford Capri. Lo malo es que sólo lo comprarían los del club Capri Madrid, y sólo lo escucharíamos en las concentraciones del club Capri de los domingos. Pero bastante freak eres comprándote uno como para acudir a esas concentraciones.

El documental incluye muchos momentos de tu vida, ¿no te asusta que te hayas mostrado demasiado?
Me lo he cuestionado después, pero prefiero eso a haber hecho una peli vendiendo la moto. Ese ha sido mi año, no lo he hecho con un sentido exhibicionista, sino con el sentido de contar un proceso desde un punto de vista al que no accede la gente normalmente. Para una compañía es imposible teniendo a un tipo siguiendo un año a un tío con una cámara. La persona que lo hace tiene que tener una conexión muy grande contigo para no agobiarte. Hemos grabado cincuenta horas, podríamos sacar otro documental con un montón de cosas. Es una cosa modesta, que tiene mucha verdad.
Quizá me he mostrado demasiado, pero ya es demasiado tarde para echarse atrás (risas). Para bien y para mal, ese soy yo.

Te veo muy bien.
Sí, muy bien. Necesito un tiempo para verlo con perspectiva, pero lo hemos pasado muy bien. Por eso me ves contento.

Ya no te dejas ver tanto por Madrid.
Me encanta Madrid, me encanta venir un par de semanas. Pero en Cantabria, en la montaña, estoy muy bien. Cuando quiero rock and roll vengo a buscarlo. Si viviese aquí, haría menos canciones.

DESGRANANDO CANCIONES
Pequeñas monedas y grandes mentiras.
Originalmente, era casi una balada de piano-bar. Al juntarme con mi banda, Jacob (mi bajista) sugirió llevarlo a otro terreno, más hacia Elvis Costello… Lo llevamos ahí y el tema creció mucho, demasiado. A mi me parece que le falta una estrofa a la canción, algo que no ocurría cuando la tocaba al piano.
Hay cosas que te das cuentas después de grabarlas. Quizá si no lo hubiera dicho, nadie se hubiera dado cuenta. Pero lo pienso así. Lo bueno de las canciones, es que pueden crecer. A esta canción le debo una estrofa. Y se la daré.

Doble fila.
Hay cuatro o cinco canciones en el disco que vienen de un sitio concreto que a lo mejor antes me costaba más ser tan explícito en ciertas cosas, a nivel sentimental. A veces le das muchas vueltas a las cosas y realmente la manera de llegar más lejos es contarlo de una forma sencilla, como dice la canción.
Doble fila la escribí después de un concierto de Ariel Rot y Andrés Calamaro en Bilbao. No tenía hotel, y este año me he aficionado de una forma extraña a dormir en los parkings y dormir con el coche aparcado en cualquier sitio. Es algo que va conmigo, o que ha ido conmigo en un momento de mi vida. Espero no volver a repetirlo, porque tengo la plaza 159 del parking de Torrelavega casi reservada. En lugar del vigilante tengo un recepcionista ya. Él está dormido o viendo las noticias; cuando llego le pregunto por los resultados deportivos. Prefiero dormir dentro del coche en el parking, porque si duermes en la calle, la gente te mira por la ventanilla para ver si estás bien.
Además, me he dado cuenta de una cosa: saldría más caro vivir en un parking que alquilar un piso. Si un parking sale por 24 euros diarios, se iría todo el dinero ahí…
Lo peor es cuando te despiertas de día y ves señoras con bolsas de El corte inglés, y la gente se va a trabajar, y te encuentras en un momento de desubicación. Pero todos tenemos etapas oscuras, yo he tenido una etapa parking. Espero que ya haya terminado.

Avería y redención.
Es una canción motor, una canción “madre”. Tanto por el momento en el que estaba pasando, como por lo que quería contar. Es una canción de la que salen muchas canciones. La he grabado con Leyva (Pereza), es una de las mejores personas que te puedes encontrar en esto, junto con Jacob. Su forma de encarar las cosas. Se sabe todos los trucos del rock and roll, Rubén igual.
Yo soy muy malo haciendo coros, ni siquiera le habíamos dado demasiada importancia. Y Leyva, después de estar dos días de promo diez horas en Madrid, se subió en el coche conmigo, vino conmigo a Donosti, grabó los cinco coros y Avería, y se volvió a Madrid. Eso no lo hace cualquiera, de hecho, me ha salvado el disco. Tenemos una broma sobre eso, cuando uno colabora con el otro, dice ¡te he salvado el disco, ya me lo agradecerás! Nos damos caña, pero de una forma muy sana.

Betty.
Esta canción tiene tiempo, dos o tres años. La escribí en Madrid, pensando en una historia de autostop, pero la clave es Betty. Tenía un mueble con CD´s con la figura de Betty Boop, y salió por ahí, porque la tenía al lado. Me faltaba un nombre y salió. Me gustaba esa metáfora.
Me gustan mucho las historias de gente que está viajando a ningún lado y que sin tener nada que ver se encuentren en un momento de la vida y aquello explota. Por eso es el final: ¿dónde van los corazones rotos, dónde van los de control remoto, que polvareda dejan tras de sí?

Hay partida.
La empecé a escribir el día antes de volver de Buenos Aires en Laboratorio Ñ. Las imágenes son de allí: la calle Cielito se refiere al estudio de Cielito donde estábamos grabando, las jugadoras de hockey son las “leonas”, un grupo de jugadoras argentinas de hockey que son auténticas “ídolas” (como diría Kiko Veneno), y las veía por la tele y me gustaba. Aquí el deporte femenino no está muy bien cuidado, por eso en nuestro último video salen chicas jugando al rugby, hay que apoyar el deporte femenino de equipo.
Empecé a escribirla en el hotel, tenía el riff y la primera estrofa, me gustaba, pero me había quedado un poco trabado. Bajé a por una kilmes al bar de abajo y cuando abrí la puerta, se abrió la puerta de la habitación de enfrente y apareció una mujer de sesenta tacos, desnuda, y me dijo, ¿es tuyo eso? Le dije que sí, y me respondió “es hermoso”. Eso me hizo bajar a por la cerveza, subir y terminar la canción, tal cual.
A mi me hubiera gustado que hubiera salido una modelo yugoslava (risas), pero salió una especie de duende a decirme que lo estaba haciendo bien. Si no hubiera aparecido, a lo mejor me hubiera tomado cinco kilmes y nunca la hubiera terminado.
Cuando la terminé, le pasé una nota por debajo de la puerta, para darle las gracias. Las musas no siempre van a ser tías que te abandonan, que te tratan fatal y que te tienen cogida la medida.

Lady drama.
Es un tipo de persona, que se te pega un poco a contarte tragedias todo el día. Y no da tiempo a más, porque cuando llegan las cinco de la mañana te ha contado tantas tragedias que lo que quieres es irte a casa y llorar. Tiene que ver con el desencuentro, es lo contrario que con Betty: cuando en una relación una persona va en una dirección y la otra en sentido contrario. Miras al retrovisor y uno está de vuelta y el otro no.

La vida te lleva por caminos raros.
Soy un enamorado de esa canción (de Diego Vasallo) desde la primera vez que la oí. Tiene muchas imágenes que están dentro de mi “imaginario”, la solía tocar, a la banda le encantaba y la hicimos. Creo que entra muy bien y complementa muy bien el disco, me gusta mucho esa canción.
Invité a Diego al estudio y vino a escuchar la canción, yo llevaba tanto tiempo tocándola que la acabé transformando sin darme cuenta, y él se dio cuenta, pero le encantó que yo hubiese cambiado un par de cosas. Y que hubiéramos hecho una versión diferente al tema.
Yo soy muy fan de Diego, me parece que hace unos discos interesantísimos, para mí es uno de los mejores letristas del país. No es un cantante, ni un escritor de canciones, ni un poeta ni un pintor: es todo eso mezclado.

Nos invaden los rusos.
Es la primera canción política que hago (risas). Tuve un flechazo con el título. Cuando lo decidí, me pareció que era el mejor título del mundo para esa canción, sin tener nada que ver, parece que es surrealista, pero tiene mucho sentido.
Justo cuando estaba escribiendo la canción, estaba en un bar en Torrelavega viendo el concierto de unos amigos y entraron tres rusos haciendo fotos, con pantalones de camuflaje ex cuerpos especiales, había uno que parecía un mercenario. Ellos estaban haciendo fotos a unas paredes, y le dije a un amigo de coña, “¡nos invaden los rusos!”. Luego me acordé de eso y decidí utilizarlo. Para mí ese título tiene una explicación. Una pareja podría tener ese código secreto: estamos mal, nos invaden los rusos. Pero eso es una relectura mía, como si hubiera escuchado la canción ahora.
Es una canción de amor, y al hacer una canción tan explícita, con esas dos frases que resumen toda la canción (¿cómo voy a olvidar todo lo que hiciste por mí¿, ¿cómo voy a olvidar todo tan deprisa?), me apetecía tener un título que a priori sonara surrealista, pero tiene mucho que ver.

Trucos fáciles para días duros.
Se llamaba al principio “Todos estarán pensando mal”, habla de sentirte culpable. Hay mucho de culpa y de cómo te quitas la culpa en el disco. Hay ciertas habilidades que desarrollamos sin querer que nos ayudan a encajar y a no sentirnos culpables. Tiene más que ver con cómo funcionamos con la gente que al viejo truco de estar deprimido en casa, comer donuts y pizzas en casa y ver los Soprano sin parar. Cosas a las que te agarras para salir de puntillas de un sitio. Es lo que dice Mike: entrar en un sitio y buscar la salida de emergencia, buscar la parte de atrás.

Las gafas de Mike
Mike soy yo, y Jhonny es Tony Jurado, mi antiguo batería, un fuera de serie, un crack. A veces cuando salíamos por ahí en coche y acabábamos en cualquier calle, por la noche, esperando a alguien, decíamos que parecíamos Jhonny y Mike haciendo una película de detectives. De esa broma vino lo de Las gafas de Mike, y también de mis despistes. Mi última pregunta cuando estoy con alguien es ¿dónde he dejado…? Siempre voy perdiendo cosas, mis canciones siempre tienen una gravedad que me interesa porque es una forma de sacar las cosas que siento, pero está bien bromear de vez en cuando, no tomarse muy en serio y hacer un poco el gamberro también.
Hay cosas a las que coges cariño, y a mi me pasa con las gafas. Hubo un día en el que mi amigo Manu, de Estereotipos, me acompañaba al aeropuerto en coche, iba corriendo porque perdía el avión (he perdido como quince aviones este año). Llevaba las gafas puestas, bajé el cristal para tomar el aire y las gafas volaron por la ventanilla. Miré atrás y vi a una ambulancia pasar por encima. Llamé a Tony y le dije: “acaban de palmar las gafas de Mike”. Y de ahí la historia de esta canción.