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Popes80 | 21 noviembre, 2024

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 Reportaje Especial: Un día de estudio con Hombres G

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Nota de la R.: POPES80.com publica hoy en primicia esta nueva versión -más íntima y con otros puntos de vista y otros datos- del reportaje «Un día en el estudio con los Hombres G» que el lunes pasado publicó en exclusiva El Confidencial Musical. Este nuevo reportaje se complementa con una breve entrevista a Javi Molina que emitirá el programa POPES80 FM en la tarde hoy.

“¿Arancha? Soy Dani Mezquita. ¿Qué tal te viene mañana a las 11?”. “Me viene estupendo, ¿dónde quedamos?”. “¿Sabes donde están los estudios Red Led. No lo sabía y lo investigué. Mateo López, cerca de O´Donell. Allí me planté, callejeando con mi mapa cual turista, hasta que lo encontré. Se trataba de una pequeña puerta gris, junto a otra más grande, como de un garaje. “Hola… Vengo a entrevistar a Hombres G”. No era exactamente así, iba a hacer un reportaje para contar cómo se vivía un día de estudio con David Summers, Dani Mezquita, Javi Molina y Rafa Gutiérrez. Todo un privilegio y un reto. 

Diez y cincuenta y ocho. Me asombro de mi puntualidad. Marta Sánchez me abre la puerta. No, no la cantante; es una chica que trabaja en la administración del Red Led. Me hizo pasar y me pidió que esperase un momento. Me quedé en mitad de la estancia, junto a una mesa con el fondo lleno de piedras y unas sillas como de consulta de médico. Recorrí con la vista la amplia sala, y reparé en unos muñecos músicos, de esos que hacen en miniatura, cada uno tocando un instrumento. Me recordó a los Beatles, aunque no eran ellos.  

En eso estaba cuando apareció Rafa. Llevaba gafas de ver, una camiseta oscura y unos vaqueros piratas con deportivas. “Pues ahora estoy yo solo… Dani estará a punto de llegar, pero creo que David y Javi no vienen”. ¡Vaya! No iba a ser lo mismo con la mitad del equipo, pero estaba allí y tenía que aprovechar la ocasión. Rafa me acompañó al estudio, y me presentó a Carlos Jean, productor del nuevo disco de Hombres G, y a Joaquín, el técnico de sonido del estudio. Estaban trabajando en el final de uno de los nuevos temas. Rafa me ofreció una cómoda silla con ruedas, junto a Carlos. Intuí que él estaba allí sentado y preferí coger un taburete un poco más apartado.  

El estudio era amplio y sin embargo acogedor, lleno de guitarras, cables, enchufes, y una mesa de sonido llena de regletas y botones, mucho más grande de las que yo había visto jamás en un estudio de radio. Carlos trabajaba con una guitarra eléctrica hasta que salieron unos acordes estupendos. La base musical y el nuevo sonido final encajaban a la perfección. Escuchamos varias veces la última estrofa: “Quiero andar por esta vida…”, dice la canción. “¡Me encanta ese final!” “No es una canción nuestra, es de Smashing Pumpkins”, bromeó Carlos.  

Dani se presentó a eso de las once y diez. Era mi enlace con el grupo y estaba pendiente de aclarar todas mis dudas, también los títulos de películas de las que hablaron, como esa peli de rockeros, Spinal Tap, en la que un músico muere ahogado en mitad de un vómito que resulta ser de otro del grupo. Las risas se escuchan por todos sitios, también las de David, que ha aparecido con cara de sueño y pidiendo un café para acabar de despertarse. “Vas igual que yo, cabrón”, le dice a Dani. Y es verdad, todos llevan look deportivo.  

En una entrevista que le hicieron a Carlos Jean, decía que todas las canciones del nuevo disco eran de las que te hacían mover la cabeza todo el rato. Y es verdad, les pasa a ellos con cierta frecuencia. Dani y David no paran de mover cabeza y pies al ritmo de la música; Rafa parece un poco más estático y me sorprende, ya que tiene fama de no parar en el escenario. 

Un estudio es un lugar en el que los músicos terminan las canciones y las visten. “Trabajamos desde la base: primero grabamos la voz y la batería, y sobre eso vamos poniendo el resto de instrumentos”, me explica Rafa. “Normalmente, el grueso del trabajo lo hacemos en el local de ensayo; aquí hemos grabado doce canciones en diez días”, explica Dani. Ellos suelen estar de 11 de la mañana hasta las 7, “porque entonces entran Pereza a grabar con Nigel Walker, nos hacemos el relevo”. 

Se acercan las doce y vamos a tomar un café. El estudio tiene habilitada una especie de barra de bar en la planta de arriba, donde nos sentamos a tomar café y echar un vistazo a un suplemento de ocio de un periódico. Hay un suplemento de ocio sobre la barra y ellos hablan sobre un reportaje de guitarristas, además de comentar próximas citas musicales. Detrás de la barra hay una pizarra que llama mi atención. “En esa pizarra nos dejamos mensajes con Pereza”, me cuenta Dani. “Al principio, como no coincidíamos, nos dejábamos mensajes del tipo te espero en el parque, no lleves armas”. El último mensaje es un dibujo que ha hecho David, en el que aparecen los cuatro haciendo sus necesidades. A Rubén y Leiva debe haberles gustado porque aún no lo han borrado.

Un rato después volvemos al estudio. No han dado las doce y media cuando aparece Javi, con un casco en la mano y una sonrisa. Sin saber cómo comienza a hablar con Dani de aviones, que siente pasión por volar y es instructor de vuelo, casi piloto. Es entonces cuando aparece un viejo amigo de Hombres G: Juan Muro, saxofonista de la banda durante cinco o seis años, a finales de los ochenta y principios de los 90. Ha venido a escuchar el nuevo disco.

Es lo que hago yo también. Dani me acompaña a una sala más pequeña en la que se pelea con el Macintosh y reconoce que no es el sistema que más utiliza. Por fin puedo escuchar los cortes del nuevo disco. “No están terminados, las voces son de referencia”, explica el guitarrista. Me sorprendo porque encuentro unas canciones que recuerdan a Hombres G, pero que suenan muy distinto. Son canciones intensas de principio a fin, con un sonido muy contundente, muy elaborado. Parecen estar cuidadas con mucho mimo. En algunas de ellas circula un hilo un poco melancólico, un sonido que acostumbramos más a escuchar fuera de nuestro país, un tanto british, se podría decir. “Últimamente escuchamos a gente estilo Artic Monkeys, pero también seguimos oyendo a los de toda la vida, como Simon and Gardfunkel”, admite Dani. Sorprenden también las letras, que siguen siendo muy Hombres G, pero tienen algo nuevo, más madurez, más reposo, más profundidad, tal vez. “Repaso mi vida y me siento un porro que se está fumando el viento…”. Le pregunto si él ha escrito alguna de las letras, pero no. “Esta vez son todas de David”, confirma.

A la una de la tarde, Carlos graba pianos desde el estudio y Dani le ayuda dando notas con la guitarra. Rafa observa la escena desde un segundo plano. El técnico de la sala maneja el sonido desde su ordenador, lleno de colores, cada uno simboliza una pista diferente. “Normalmente, hay un técnico fijo en el estudio; a no ser que los artistas traigan el suyo propio, en ese caso nos quedamos como técnico auxiliar, para echar una mano”, cuenta Joaquín.

 “Que el mar entierre su miedo en mi…”. La tristeza de la canción se funde con la cara concentrada de Rafa. Detrás de mí, reposa una guitarra grisácea, una Fender Jaguar. «¿El concierto que ofreceréis en septiembre será para presentar el disco?», pregunto a Dani. “Sí, queremos que el disco salga en septiembre, aunque sea un poco justo”. Y es que aunque parezca estar en su fase final “aun queda mucho trabajo, quedan las mezclas, que las hará casi todas Carlos en su casa, pero que puede llevar un mes o así”.

David, Javi y Rafa se han ido a otro cuarto a escuchar el disco. El estudio está lleno de guitarras, algunas de Pereza y otras de los G. “Yo les he ofrecido las mías a Leiva y a Rubén”, me informa Dani. Mientras, “Hoy tenemos otro invitado, esta tarde viene a escuchar el disco Dani Martín”, anuncia Dani. “Por cierto, tú eres la primera periodista que entra en el estudio”. Me siento agradecida.

Poco antes de la una y media, toca el tentempié. “La tortilla es espectacular”, anuncia Javi, que la ataca en diferentes momentos con mucha devoción. Mientras, Dani continúa grabando una guitarra de esta canción que “recuerda a la ópera”, bromea Carlos, a lo que Rafa añade “más bien es una saeta”, y se pone a cantar.

David se anima a grabar una guitarra, y todos se muestran burlones porque el cantante de los G se mueve mejor con el bajo. Le piden que no estropee la canción. Mientras, Juan Muro cuenta la anécdota de un músico “que tocaba la armónica y le han tenido que quitar los dientes delanteros”. Las risas vuelven al estudio.

Es un buen momento para hacerse la foto de familia, y también para grabar una pequeña entrevista a Javi Molina, al que aprovechamos para preguntarle por su mítico bar, el Pop and Roll, que sigue siendo su reducto de libertad.

A las tres volvemos a la planta de arriba y nos sentamos todos a la mesa. Más de uno se enfrasca a ver el tenis mientras Federer y Davidenko miden sus fuerzas en la tierra batida del Roland Garros. David me pregunta qué me ha parecido el disco, si me ha gustado de verdad, y le digo que rotundamente sí.

Son casi las cuatro y es momento de dejarles seguir trabajando. Aún faltan unos meses para ver el resultado, pero la espera merecerá la pena.