Pablo
Martínez Vaquero
Cadillac
fue uno de los grupos más denostados de la movida, quizás por
que sus miembros ya rebasaban con creces la treintena y sus planteamientos
eran descaradamente comerciales. No obstante lograron realizar correctos y
efectivos ejercicios de pop atemporal que destacaban por su
profesionalidad y virtuosismo técnico. Eran músicos de estudio con
largas trayectorias profesionales a sus espaladas, capaces de realizar
grandes y conjuntados juegos vocales que recordaban a los mejores grupos
del pop español en esa materia (Los Angeles, Los Brincos y
otras figuras de la década de los años 60). De hecho su líder, José
María Guzmán, es un músico legendario con varios trabajos en
solitario y que durante la década de los 70 perteneció a los míticos
Solera y a Canovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán. Dos de las
mejores bandas que ha dado el pop estatal con sabor a las melodías y
modos de la Costa Oeste norteamericana.
Cadillac
se formó en los despachos madrileños de la multinacional disquera Polydor
e irrumpió con fuerza en el pop español en el año 1981. Se dio a
conocer directamente con un álbum, ‘Pensando en ti’, que logró
muy pronto su objetivo de escalar las listas comerciales. Aquel trabajo
incluía 11 cortes de diferentes facturas, desde el alegre beat sesentero
de temas como ‘Pensando en ti’ (primer single) o ‘Vivir
sin dinero’ hasta el pop lacrimógeno de ‘Y te vas’ o ‘Ayer’,
pasando por temas difícilmente clasificables como ‘Se ha cruzado un
tonto’. Rápidamente, la crítica musical especializada les castigó
con la indiferencia, acusándoles de realizar un montaje discográfico al
socaire de la nueva ola. Y es que nadie parecía perdonar que Guzmán
y sus compañeros fuesen músicos profesionalmente formados antes de
la movida y que Polydor (o quien fuese) hubiese utilizado una fórmula
de lanzamiento musical de la que se abominaba, pero, por otra parte
respetada siempre y cuando viniese del Reino Unido (Nick Lowe, Costello,
Trevor Horn...).
Por otra parte se les acusaba de lanzar textos
impresentables, pero la realidad es que eran letras sin pretensiones, tan
simples como las ejercitadas por la mayoría de los grupos de la primera
hornada del nuevo pop estatal de los ochenta. Pese a todo Cadillac
caló en el público menos esnob y pronto vio publicado un segundo álbum,
‘Llegas de madrugada’ (1982), que contenía grandes temas como ‘Hong
Kong’ (estupenda pieza pop alabada por grandes popes de la movida
como Ordovás), la impresinante balada ‘Mi Paraguas’ y ‘Soy
un soñador’, una alegre versión popera de un clásico country-pop
de Neil Diamond. Ese año, los otros tres fichajes nuevaoleros de Polydor
(Glamour, Mamá y Los Secretos) comenzaron a
tambalearse. Los dos primeros desaparecían injustamente con más pena que
gloria mientras que el grupo de los hermanos Urquijo no había
logrado con su segundo álbum las espectaculares ventas previstas por la
disquera tras su espectacular debú.
La multinacional madrileña presionó
a Guzmán para adaptarse a unos vientos musicales que ni ellos
mismos sabían de dónde soplaban y fruto de esa confusión nace su tercer
elepé, ‘Un día más’ (1983). Este apresurado trabajo incluía
sólo 7 temas y pasó completamente desapercibido, algo que lleva al grupo
a alejarse definitivamente de los parámetros de una nueva ola que
no los acepta en su regazo. En 1984 se publica ‘Funkyllak’,
su cuarto álbum y trabajo más comercial de su trayectoria, con cortes
cuyos títulos hablan por si solos, como ‘Arturo’, ‘Amiga
Digital’ o ‘Víctima de hoy’. Los resultados artísticos
y comerciales son penosos y el grupo decide darse un respiro tras romper
relaciones con su discográfica.
Dos años después, en 1986, un ya
escéptico Guzmán vende definitivamente su alma a la industria
(concretamente a la CBS) en pro de la supervivencia musical y cede
protagonismo a sus compañeros de viaje para componer casi todos los temas
de ‘Valentino’, un álbum cuyo tema homónimo lleva al grupo a
representar a Televisión Española en el Festival de Eurovisión,
un dudoso honor para un grupo como Cadillac. La historia se repite:
el disco no cumple las altas expectativas comerciales puestas en él y la
banda se disuelve definitivamente envuelta en un fracaso que nunca quiso
asumir. No obstante, José Maria Guzmán, tras grabar un álbum en
solitario como Guzmán y CIA (un repaso de viejos éxitos de sus
bandas anteriores) y de integrarse en la orquesta de un programa matinal
de televisión “con el objeto de sobrevivir”, según manifestó
él mismo, en el año 2000 volvió a recorrer los escenarios como Cadillac
acompañado de músicos jóvenes dentro de un espectáculo de ‘viejas
glorias’ llamado ‘Leyendas del Pop’, junto a otras dos
grandes bandas españolas, Los Ángeles y Los Módulos, de
los años 60 y 70 respectivamente. Fue una buena ocasión
para oír en directo los mejores temas de un músico con poca suerte e
inigualable talento para el pop.
La
formación más estable de Cadillac la componían, además del
mencionado Josemari Guzmán a la voz y guitarras, Daniel Lois
(batería y voz), Eduardo Ramírez (bajo y voz) y Pedro Agustín
Sánchez (piano, teclados y voz). Si bien, en un principio, la batería
corrió a cargo del prestigioso músico Javier de Juan (luego en la
Década Prodigiosa), también encargado de realizar la percusión
electrónica de algunas de las producciones más lujosas de la movida (La
Mode, Aviador Dro...). Sin duda, José María Guzmán es
uno de los más grandes músicos que ha dado el pop español de todos los
tiempos, haciéndose cada día más necesario reivindicar su figura,
injustamente olvidada. Sirvan estas humildes líneas para manifestar el
gran respeto y admiración que sentimos por su persona.
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