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Biografía Oficial de Los Secretos |
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Son
Los Secretos un grupo atípico, una banda de largo recorrido que ha huido
de las modas para refugiarse en un sonido propio, inimitable, atemporal,
con el que han escrito algunas de las mejores canciones del pop en español.
Sabiendo hacer de la nostalgia y los sentimientos a flor de piel una
bandera bajo la que se han refugiado miles de seguidores que avalan la
trayectoria de la única banda que sigue en activo de las surgidas en los
primeros años ochenta. Un poco de historiaUna
cruda portada en blanco y negro fijaba en 1980 la imagen de Los Secretos
en su primer Ep. Una maravillosa edición limitada que escondía cuatro
inmaculadas joyas pop encabezadas por la imperecedera “Déjame” y que
convirtieron a ese disco, además de en obligada y cotizada pieza para
coleccionistas del mejor pop español de todos los tiempos, en el primer
gran monumento sonoro de la Nueva Ola. Y
es que por mucho que después la historia se empeñara en escribir que Los
Secretos fueron un grupo de La Movida, no es cierto, fueron un estandarte
de la Nueva Ola. Movimiento de efímera pero intensa vida del que
surgieron nombres básicos como Nacha Pop, Mamá, Los Secretos o Trastos.
Grupos que abrazaron el pop entusiasta que había aireado desde el año 77
la new wave británica y que asumieron la diversión y las buenas
canciones de tres minutos como argumentos básicos de su discurso. Pero
la historia de Los Secretos se remonta a 1978 cuando los tres hermanos
Urquijo –Javier, Enrique y Álvaro, por orden de edad–, se juntan con
Canito, batería amigo de Enrique desde el colegio, y forman el grupo Tos
–sus maquetas dieron lugar a otro glorioso EP–, en el que se dejan
llevar por la influencia de los Byrds, CSN&Y y otros ilustres
artificieros del country rock abonados a la electricidad rural envasada
con preciosistas arreglos y cuidadísimos juegos vocales. Pero rápidamente,
sea por contemporizar con sus coetáneos internacionales o por voluntad
propia, a ese sonido se le añadirán luminosos reflejos del beat británico
y de allí comienza a brotar exultante pop sin etiquetas. Aquellas
primeras maquetas de Tos serán difundidas para toda España por Jesús
Ordovás en el explosivo “Criba 3” –en la recién estrenada Radio
3–, el programa donde lanza nuevos sonidos a las ondas y comienza a
hacer realidad una renovadora escena musical, con sede en Madrid pero que
rápidamente tendrá su reflejo en el resto del país. Tos son un grupo de
futuro, pero la muerte en accidente de tráfico, en el año nuevo de 1980,
de Canito da al traste con el grupo. Sin embargo, la muerte de Canito origina en febrero un concierto (mítico con el devenir de los años) de homenaje en el que algunos grupos de la Nueva Ola (Nacha Pop, Mamá, Alaska y Los Pegamoides, Mario Tenia y Los Solitarios) rinden tributo al batería fallecido. Los hermanos Urquijo también actúan, pero ahora bajo el nombre de Los Secretos. Las cámaras del televisivo “Popgrama”, de Carlos Tena y Diego A. Manrique, están allí y los jovencitos de todo el país podemos ver en directo (aunque diferido) y en colores la puesta de largo de la Nueva Ola, o la gestación de La Movida, dirán otros. Primera etapa Los
recién fundados Secretos –o refundados Tos– cuentan con un nuevo
batería, Pedro A. Díaz, quien, como ya ocurriera con Canito, no sólo se
dedica a tocar los tambores, sino que además compone y canta –algo no
demasiado habitual entre el gremio de los bateristas– con notable
acierto. Varias discográficas los pretenden y al final fichan con Polydor,
que publica ese mismo 1980 el ya mencionado primer Ep. Para, un año después,
poner en circulación el primer “disco grande” (obsérvese el nada
velado homenaje a otro incunable programa radiofónico). Segunda pieza
maestra del grupo y primer gran disco del Nuevo Pop Español. Un adictivo
explosivo presto a ser disfrutado por aquellos que sepan (y quieran) oír.
Y es que aquí estaban tres de los cortes del Ep (“Déjame, “Niño
mimado” y “Sobre un vidrio mojado”, fuera se quedó la maravillosa
“Loca por mí”) y píldoras como “Ojos de perdida” (Enrique iba señalando
el camino posterior), “Otra tarde”, “Qué puedo hacer yo” o “Niño
mimado”. Pero absurdo sería dar más títulos, pues este es un disco de
manual, de aquellos que deberían ser obligados en cualquier aprendizaje
pop. Canciones sobre emociones básicas de cualquier adolescente contadas
con brillantez y un peculiar acento sentimental que rubricará ya toda la
obra de Enrique Urquijo. Amén de esas fibrosas guitarras y las
envidiables voces. A
partir de ahí se suceden dos discos más, uno brillante (“Todo sigue
igual”) y otro bastante forzado (“Algo más”) que son útiles para
apreciar el crecimiento permanente como intérpretes y compositores (“No
me imagino”, “Ahora que estoy peor”, “Cuando las luces se
apagan”) y sirven como banda sonora de dos años, 1982 y 1983, donde la
carretera y los shows en vivo son permanentes en la vida del grupo. Y
justo será en la carretera donde morirá, en 1984, Pedro A. Díaz. La segunda fundación
La
muerte de Pedro sume en la tristeza al grupo (ya es mala suerte que a un
grupo se le mueran dos baterías, pero, además, ambos compartían
similares inquietudes y características musicales), a lo que se añade la
marcha de Javier, el hermano mayor. Enrique y Álvaro, tratando de olvidar
las drogas, siguen adelante –nunca han reconocido un abandono– con el
grupo en estado de hibernación. Será
tres años después, en 1986, de la publicación de su último álbum
cuando reaparezcan con el cuarto disco. Un mini-Lp, “El primer cruce”,
en el que el pop directo de antaño ha dado lugar al country rock –un
afortunado reencuentro con sus raíces musicales– y a los aires
mestizos. Además, el dúo se amplía a quinteto con la incorporación de
Nacho Lles (bajo), Ramón Arroyo (guitarra) y Steve Jordan (batería). Por
raro que pudiera parecer que los pulcros Secretos bajaran a la arena y se
adentraran en sendas de country & western, la cosa no sonaba nada mal
–de hecho, sonaba excelente–. Y comenzamos a descubrir en Álvaro a un
soberbio guitarrista –sin olvidar al virtuoso Ramón Arroyo, pieza
fundamental en el futuro del grupo– y a un Enrique tan certero como
siempre, cálido y amable, pero ahora,
bajo la piel de cordero, se vislumbra una suerte de forense de la
soledad y la nostalgia. ¿Quieren canciones? de las seis incluidas uno
citaría seis, pero puestos a destacar algún momento cumbre, ahí estaría
esa monumental “Quiero beber hasta perder el control” o la rápida
“No me falles”. Sin obviar “Cerrar todos los bares”, que viene a
sumarse a esa costumbre de Los Secretos de incluir versiones de temas
ajenos en sus álbumes. Un
año más tarde llega “Continuará”, disco que se abría con una
golosina envenenada de Enrique y Álvaro, “Buena chica” –donde se
muestra la grandeza compositiva de los hermanos Urquijo: el sentido y
sensibilidad de Enrique en las letras y la magia y pericia musical de Álvaro–
y seguía con gemas como la impresionante versión de “Por el túnel”
del maestro Sabina –una herejía versionear en esos años al de Úbeda–
. Un disco éste donde los aires más rudos del anterior van transformándose
en claro pop rock americano con raíces, sin ocultar una dimensión latina
–por española y esos aires tan tex mex que inundan el nuevo ideario de
los Urquijo– que contrastan con la recuperación del fogoso estilismo
sonoro que marcó sus primeros días. Tras
un disco en directo en 1988 con el que se reconcilian con su pasado y lo
funden con el presente –con el apoyo de amigos como José María
Granados, Javier Teixidor y Joaquín Sabina–, graban en 1989 “La calle
del olvido”. Otra obra maestra que dio lugar a una de esas canciones que
José Alfredo Jiménez habría firmado orgulloso, la misma “La calle del
olvido” que daba título a un álbum que significaba la incorporación
completa al grupo de Jesús Redondo (teclados) y que junto a Ramón Arroyo
completarán la formación definitiva de los Secretos. La que irá
construyendo un exquisito sonido propio y fácilmente reconocible, fácilmente
disfrutable por los aficionados más exigentes y, como demostraron las
ventas, por el público masivo. Los mejores momentos A
partir de aquí Los Secretos viven sus mejores años, siendo respetados
por la crítica y admirados por un creciente número de admiradores que
sabrán apreciar obras como “Adiós tristeza” o “Cambio de
planes”, en las que Álvaro va ocupando –lo venía haciendo desde
“La calle del olvido”– un lugar destacado en la composición,
funcionando al cien por cien el binomio Urquijo. Cada uno con su
sensibilidad propia, ambos trabajando sobre coordenadas de elegante pop
adulto que, curiosamente, es perfectamente bien recibido entre el público
más joven. El cada día más introspectivo Enrique se confirma como uno
de los grandes compositores del pop español, pero los rumores alrededor
de su "mala salud" son cada vez más constantes. Pese a ello, su
reconocido talento hace obviar cualquier zona sombría. El
mismo año que se publicaba “Cambio de planes”, Enrique lanza su
primer disco como Enrique Urquijo y Los Problemas, proyecto paralelo con
el que venía funcionando durante los periodos de descanso invernales del
grupo mayor. En realidad se trata de un divertimento estilístico con el
que da rienda suelta a su creatividad y donde se complace en el juego de
las versiones. Pero
Los Secretos siguen adelante y en 1995 editan “Dos caras distintas”,
que parece querer presentarnos desde el mismo título la realidad de un
grupo que funciona por la suma de las canciones de Álvaro y Enrique, dos
hermanos refractarios pero que cuando se complementan hacen brotar magia
de cada nota: “Pero a tu lado”, “Dos caras distintas”, “Puede
que sí". Un
año después, son el primer grupo español al que se le publica una
lujosa caja recopilatoria, ”La historia de Los Secretos”: tres discos
que recogen la evolución del grupo desde los primeros días, en un
impresionante alarde de versiones alternativas e inéditos excelentemente
presentados en una cuidada edición, incluyendo libreto con opiniones de
amigos y conocidos admiradores, más un valioso texto biográfico de
Fernando Íñiguez. Del mismo disco se extrae un “Grandes éxitos” (el
que, con leves variaciones, recoge este CD que tienes en las manos) que
alcanza unas ventas de más de 300.000 copias, todo un hito en la historia
del grupo y que viene a constatar que Los Secretos se sitúan lejos de
modas y su credibilidad está fuera de toda duda: se han transformado en
la gran banda del pop español, además de ser el único grupo que
sobrevive, veinte años después, de entre los surgidos de la Nueva Ola.
Adiós,
Enrique “Grandes
éxitos” y “La historia” marcan un alto en el camino, la banda lleva
mucho tiempo rodando y grabando y necesita tomar aire, oxigenar ideas.
Para ello, en 1998, Enrique vuelve a lanzar un disco junto a Los
Problemas, “Desde que no nos vemos” y Álvaro graba su primer trabajo
en solitario, “Álvaro Urquijo”. En ambos trabajos se aprecia
claramente que Los Secretos son una banda que funciona como tal (con las
canciones de los hermanos Urquijo y el impresionante apoyo de Ramón y Jesús,
quienes empastan y dan lustre a ese tan característico sonido Secretos) y
que Enrique y Álvaro son capaces de mantener carreras solistas que van
mucho más allá del capricho personal. Mientras
se planeaba la grabación de un nuevo disco, Enrique había estado
trabajando en la edición del “Grandes éxitos II”, recopilatorio que
se ponía a la venta el 18 de noviembre de 1999. Pero, ironías del
destino, la noche anterior los teléfonos se pusieron a sonar: hacía
pocas horas que se había encontrado el cuerpo sin vida de Enrique en un
portal de Madrid. Con
la muerte de Enrique se desvanecía la ilusión de miles de seguidores
adictos a sus bellos alegatos apegados a la melancolía, a la nostalgia, a
la –digámoslo ya– tristeza que siempre sobrevoló su obra y de la que
tan buenos resultados supo extraer. El final de Los Secretos parecía
inevitable: Enrique había mantenido durante años el peso compositor y
sobrevivir a su muerte parecía imposible. Sin embargo, Álvaro, con la
aquiescencia de Ramón y Jesús, decide seguir adelante. Así
que Los Secretos se sobreponen, una vez más, a la muerte y en 2000
publican el impresionante “A tu lado-Un homenaje a Enrique Urquijo”,
en el que convocan a un montón de amigos (Carlos Goñi, Antonio Vega,
Carlos Tarque, Ariel Rot, Celtas Cortos, Cómplices, Cristina Lliso,
Javier Álvarez, David Summers, José María Granados, Luz, Manolo Tena,
Miguel Ríos, Mikel Erentxun, Nacho Campillo, Pau Donés e incluso Javier
Urquijo), para juntos recordar las canciones de Enrique, canciones que
desde hace años son de todos nosotros y forman parte de la memoria
musical e histórica de este país. Además se incluye un tema de la última
maqueta que dejó grabada Enrique. Durante
el mes de septiembre de 2002 tendrá lugar la grabación del 14º disco de
la carrera de Los Secretos. Ya sin Enrique pero con algunas colaboraciones
de lujo. En
la actualidad Los Secretos siguen subiéndose cada noche a las tablas y el
futuro está abierto. Aunque la memoria de Enrique Urquijo siempre estará
presente.
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